Son muchas las sensaciones que tenemos los crossfitters en este, nuestro mundo paralelo al que pertenecemos orgullosos. Muchos no lo entienden, algunos lo aceptan, y otros lo critican, pero de pronto llega el día en el que ya no te importa. Ese momento en que los demás te dan igual y aprendes a disfrutar y a valorar lo que tienes por ti mismo y por tus compañeros.
Aprendes que lo que te da el CrossFit no te lo da nadie, que hay sensaciones que solo vives en el box, y que todas ellas son increíblemente fascinantes. Y es que con ellos el día mejora, los problemas desaparecen, y dolor es relativo.
Aprendes a decir “hasta mañana” al salir por la puerta, con la boca bien abierta, una sonrisa enorme y el cuerpo reventado, con sudor en la frente y las manos rotas, pero con la mayor satisfacción que puedes imaginar, porque sabes que mañana volverás a verles, volveréis a entrenar y volverá a ser un gran día.
Ese momento de despedida es… sencillamente genial. Te atrapa con un saludo cómplice, un choque de manos, una mirada especial. Te prepara para un nuevo día, te compromete para un nuevo reto, y te regala un merecido descanso. No es un “adiós”, ni si quiera un “hasta pronto” o un “hasta luego”, es un “hasta mañana”, porque ha de ser mañana. Porque será mañana.
Hasta mañana compañeros.
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